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Helena es más que una madre, es la verdadera amiga de su hija, María Eduarda. Como en un juego del destino, ambas quedan embarazadas al mismo tiempo y dan a luz el mismo día. Pero Eduarda, sin saberlo, pierde a su hijo durante el parto. Es entonces que Helena decide intercambiar a los niños, para resguardar la felicidad de su hija, quien había luchado por quedar embarazada y así salvar su matrimonio. Sin embargo, será difícil para Helena sostener la mentira. Más aun cuando su relación con Atilio, su marido, comience a desmoronarse a causa de la pérdida del niño.